lunes, 30 de enero de 2012

Carta Semanal del Arzobispo: Jornada de la vida consagrada

JORNADA DE LA VIDA CONSAGRADA

Carta del 29, I, 2012


Queridos hermanos y hermanas:

El próximo jueves, 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor, la Iglesia celebrará la Jornada de la Vida Consagrada. Nosotros la celebraremos el sábado, día 4, con una solemne Eucaristía en la Catedral. En ella haremos visible nuestra estima por la vida religiosa y daremos gracias a Dios por el don inmenso que constituye para nuestra Iglesia particular los 39 conventos de monjas contemplativas, los cerca de 600 religiosos y más de 2000 religiosas de vida activa que colaboran en el apostolado, la evangelización y el servicio a los pobres, a los que hay que sumar los miembros de las sociedades de vida apostólica, de los institutos seculares y las vírgenes consagradas, todos ellos testigos del amor más grande, testigos de la esperanza y de la misericordia de Dios y anticipo y profecía de lo que será la vida futura.

La Vida Consagrada pertenece de manera indiscutible al núcleo más profundo de la vida de la Iglesia, su santidad (LG 44) y uno de los rasgos más importantes de su ser en la Iglesia es la vivencia gozosa y comprometida de la comunión. Los religiosos y religiosas viven la comunión en el seno de sus comunidades como una verdadera familia y tienen como arquetipo y modelo la unidad de la familia trinitaria (VC 10 y 16). La vida fraterna de los consagrados refleja la hondura y riqueza de este misterio y hace de las comunidades religiosas un espacio humano habitado por la Trinidad (VC 41). La vida fraterna en comunidad es un referente magnífico de unidad y fraternidad para la Iglesia diocesana. Cuando se vive con autenticidad, es reflejo de la vida trinitaria y modelo para la comunidad cristiana, por ser manifestación visible del amor infinito y de la mutua entrega que une a las tres divinas Personas y de la amorosa correspondencia que existe en el seno de la Trinidad (VC 21).

La comunión no es algo accidental en la vida de la Iglesia. Pertenece a su entraña más profunda. La Iglesia es “una muchedumbre de pueblos reunida por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (LG 1). La comunión entre el obispo, los sacerdotes, consagrados y laicos es un rasgo esencial de la Iglesia diocesana, que debe ser también una auténtica familia. Quienes en ella trabajan, aportan sus dones y carismas con un sentido espontáneo de comunión, sin la cual la misión es imposible.

El misterio de la Trinidad que habita en quienes vivimos la vida divina nos alienta a vivir la comunión. El manantial que renueva y refresca nuestra comunión es el encuentro diario con Jesucristo, muerto y resucitado, presente en su Iglesia, pues Él es el centro de la comunión eclesial y nuestro más firme y definitivo punto de convergencia. Sólo unidos a Cristo podrán fortalecerse cada día nuestros lazos familiares y crecerá la colaboración fecunda entre el presbiterio diocesano, los consagrados y los laicos en la común tarea de la edificación de la Iglesia.

En la carta apostólica Novo millennio ineunte nos invitaba el Papa Juan Pablo II a vivir la espiritualidad de comunión, que significa “capacidad de sentir al hermano de fe… como uno que me pertenece… para ofrecerle una verdadera y profunda amistad. Espiritualidad de comunión es también capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios: un don para mí, además de ser un don para el hermano que lo ha recibido directamente... rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos asechan y engendran competitividad... desconfianza y envidias" (n.43). La espiritualidad de comunión promueve además un modo de pensar, decir y obrar, que hace crecer a la Iglesia en hondura y extensión, facilitando la misión.

En las vísperas de la Jornada de la Vida Consagrada, invito a todos los fieles de la Diócesis a vivir la espiritualidad de comunión con los hermanos consagrados que sirven a nuestra Iglesia particular, a acogerles, valorarles y agradecerles los múltiples y excelentes servicios que nos prestan en los más variados campos de la pastoral.

Encomendemos su fidelidad a la vocación que han recibido y a los carismas que regaló a sus fundadores para el bien de la Iglesia. Pidamos al Señor que les conceda muchas, santas y generosas vocaciones que continúen la historia fecunda de sus institutos. A ellos les pido que “vivan” la Diócesis, que la consideren como su casa, que se sientan miembros de la familia diocesana, que rechacen cualquier tentación de actuar por libre o como francotiradores, que se impregnen e impliquen en la aplicación de nuestro Plan Diocesano de Pastoral, que remen en la misma barca, con el mismo ritmo, con la misma intensidad y en la misma dirección, y que sintonicen, por fin, con nuestros proyectos, anhelos y esperanzas y también con nuestros dolores y sufrimientos, buscando siempre la comunión y la unidad.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla

viernes, 27 de enero de 2012

Carta Semanal del Arzobispo: La oración, alma del Ecumenismo

LA ORACIÓN, ALMA DEL ECUMENISMO, Carta del 22-01-12
Carta con motivo de la semana de oración por la unidad de los cristianos

Queridos hermanos y hermanas:

Entre los días 18 y 25 de enero, los católicos de todo el mundo y también nuestros hermanos de las demás iglesias y comunidades eclesiales cristianas estamos celebrando la Semana de Oraciones por la Unidad. En estos días volvemos sobre el drama de nuestras rupturas y divisiones, algo que está en contradicción con la positiva voluntad de Cristo, que en la víspera de su Pasión, pide al Padre que su Iglesia sea una para que el mundo crea (Jn 17,21).

La oración es el alma de toda pastoral. También de la pastoral ecuménica. De ello eran ya conscientes los iniciadores del Movimiento Ecuménico en las últimas décadas del siglo XIX. Lo fue también el Concilio Vaticano II, que tanto insistió en el ecumenismo espiritual, es decir en la oración, la penitencia y la mortificación ofrecidas por causa de la unidad. De ello estamos convencidos hoy todos los cristianos. La oración es absolutamente necesaria para que Dios obre el milagro de la unidad y de la plena comunión. Además del diálogo doctrinal entre las distintas confesiones, de las relaciones institucionales y de la colaboración fraterna en los más diversos campos, la mayor y mejor contribución que los cristianos podemos prestar a la restauración de la unidad es la oración al Padre, siguiendo el ejemplo de Jesús.

La plena unidad de los cristianos no es sólo un problema. Si así fuera, se resolvería en un plazo más o menos breve. Es un misterio, cuya solución está en las manos de Dios; y es un don, algo que llegará cuando Dios quiera y por los medios que Él tenga establecidos. Nos lo sugiere el lema elegido para ese año: “Todos seremos transformados por la victoria de nuestro Señor Jesucristo” (cf. 1 Co 15,51-58). Y porque es una victoria de Dios, hay que pedir al Señor que llegue pronto esa victoria, lo que no excluye el trabajo ecuménico en otros campos y por otras vías. Oración y ecumenismo son dos realidades estrechamente ligadas. La oración, junto con la conversión del corazón de todos los cristianos a nuestro único Señor, es el único camino viable hacia la unidad. Sin ella, el ecumenismo será agitación estéril.

La oración por la unidad tiene una inequívoca dimensión misionera. Las rupturas históricas de la unidad de la Iglesia, todavía vigentes por desgracia, son un freno a la evangelización, pues el mundo sólo creará en Cristo si los cristianos somos uno. En consecuencia, nuestras parroquias y comunidades han de multiplicar las ocasiones en que los fieles, reunidos en Cenáculo espiritual, encomendemos a nuestro único Señor la causa de la restauración de la unidad, un tema mayor en esta hora de la Iglesia y del mundo. La Iglesia nos sugiere como fechas más aptas, además de la Semana que estamos celebrando, la solemnidad de la Epifanía del Señor, el Jueves y Viernes Santo, la Pascua de Resurrección y la semana previa a Pentecostés, sin olvidar aquellas oportunidades que nos brinda la celebración de asambleas o acontecimientos ecuménicos. En ocasiones, será aleccionador y provechoso orar junto con nuestros hermanos de otras confesiones cristianas. De cualquier forma, la oración por la unidad debe impregnar de modo permanente la piedad personal de todo buen católico, del mismo modo que el compromiso ecuménico debe formar parte de la pastoral ordinaria de nuestras comunidades y parroquias.

Nuestra oración por la unidad debe ser en primer lugar contemplativa, centrada en el misterio trinitario, principio y modelo de la unidad de la Iglesia. Debe ser también gozosa y dolorida, penetrada de alegría por lo mucho que nos une con los otros cristianos, y también del dolor que nace de comprobar nuestras divisiones, que son piedra de escándalo y obstáculo para el anuncio del Evangelio. Debe ser además penitencial, como signo de arrepentimiento por las culpas que a cada uno nos corresponden en las rupturas de la unidad, porque aunque los cristianos de hoy no seamos responsables directos de las divisiones históricas, no es menos cierto que sí lo somos de la unidad no lograda, por nuestras omisiones, indiferencias, autosuficiencia, ignorancia y despreocupación y, sobre todo, por nuestros pecados, el verdadero cáncer de la unidad, pues disminuyen el caudal de caridad del Cuerpo Místico de Jesucristo, retrasando así la hora de la plena comunión.

Nuestra oración debe ser también humilde, pues la unidad sobrepasa todas nuestras capacidades. Sólo Dios nos la puede conceder. Por ello, hemos de pedírsela despojados de toda autosuficiencia. “La humildad –ha escrito un gran ecumenista español- es el calzado de quien quiera andar con dignidad el camino que lleva a la unión”. Nuestra oración por la unidad debe ser, por fin, confiada. Se necesita mucha fe para creer que llegará el día de la plena comunión de todos los cristianos. Pero ese día llegará, porque Jesús así se lo pidió al Padre, y la oración del Señor es absolutamente eficaz.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla

jueves, 26 de enero de 2012

Cerradas las bandas para el próximo Jueves Santo

En las últimas fechas, si bien con cierto retraso respecto a lo que suele ser habitual, se han cerrado definitivamente las bandas que acompañarán a nuestra Cofradía el próximo Jueves Santo.
Para acompañar a Nuestro Padre Jesús Caído, nuestra Hermandad se congratula de contar, al igual que el pasado año, con la Banda de Cornetas y Tambores Santa María Magdalena de Jerez (http://santamariamagdalena-jerez.blogspot.com/) la cual ya demostró su calidad el Jueves Santo de 2011.
Para acompañar a Nuestra Señora y Madre de los Dolores, estrenamos esta próxima Semana Santa el acompañamiento musical de la Asociación Juvenil y Musical Bienmesuena (http://www.bienmesuena.com/) de la localidad vecina de El Saucejo. Esta formación musical viene demostrando durante los últimos años sus buenas maneras en la Semana Santa de Osuna, acompañando el Martes Santo a nuestra querida Hermandad de Vera-Cruz.
Desde la Hermandad, estamos muy satisfechos de contar con ambas formaciones, estando plenamente convencidos de que contribuirán a engrandecer nuestra Estación de Penitencia.

sábado, 21 de enero de 2012

Nuestra Hermandad, presente en los Testimonios Devocionales del Consejo

Ayer quedó inaugurada la exposición titulada Testimonios Devocionales, organizada por el Consejo Local de Hermandades y Cofradías, dentro de los actos del XXX Aniversario de su refundación.
La muestra se compone de diferentes enseres artísticos de las distintas Hermandades y Cofradías de Osuna, los cuales están expuestos en cuatro espacios diferentes dentro del Museo de Osuna.
Nuestra Hermandad realiza una importante aportación a esta exposición, pues ha cedido una serie de elementos de nuestro patrimonio, tales como el manto de salida de Nuestra Señora y Madre de los Dolores, como adelantábamos en anteriores fechas, la cruz de guía de época fundacional, de espejos y oro -que no procesiona desde el año 2003-, un juego de potencias de plata del Señor, uno de los corazones de la Virgen con los siete Dolores, dos varas, una de época fundacional y una nueva, y la media luna de plata de la Virgen.
Estas piezas, junto con las aportaciones de las demás Hermandades de Osuna, quedarán expuestas para el deleite de todos los cofrades, hasta el 19 de febrero en el citado Museo de Osuna.

martes, 17 de enero de 2012

Carta del Arzobispo: Salgamos al encuentro... abramos las puertas.

Queridos hermanos y hermanas:

Celebramos en este domingo la Jornada Mundial de las Migraciones, que quiere ser una llamada a la reflexión y al compromiso de las comunidades cristianas ante un fenómeno que ha adquirido, también entre nosotros, ingentes proporciones. De ser un país de emigrantes, España ha pasado a ser en los diez últimos años receptor de inmigrantes. Este hecho nos interpela a todos y nos insta a adoptar actitudes iluminadas por la fe y la doctrina de Jesús. A ello nos invita también el lema de la Jornada de este año: “Salgamos al encuentro… Abramos las puertas.”

Quienes tratamos a inmigrantes, constatamos enseguida los muchos problemas y sufrimientos que tienen que afrontar: la soledad, la falta de viviendas a su alcance, la ausencia de un trabajo seguro y digno, las dificultades de comunicación, la zozobra que engendra la ilegalidad, la falta de papeles, la separación de las familias, las dificultades para el reagrupamiento familiar, el maltrato y desprecio, en ocasiones, de algunos conciudadanos nuestros y las generalizaciones injustas como si ellos fueran la causa exclusiva de la delincuencia. A pesar de todo, y a pesar de que el paro es muchos más agudo e intenso entre los inmigrantes, se deciden a venir, buscando lo que no tienen en sus países: trabajo, ingresos económicos, posibilidades de promoción y, en ocasiones, libertad y seguridad.

Ante la inmigración los cristianos hemos de adoptar actitudes de acogida y servicio. En el Antiguo Testamento los emigrantes son considerados dignos de una especial protección. Han de ser tratados como los miembros del pueblo de Israel, porque unos y otros son iguales delante de Dios. En consecuencia, la Escritura prohíbe oprimir, explotar y defraudar al emigrante. "No vejarás al emigrante" (Lev 19,34); "No le explotaréis" (Deut 23,16); "No defraudarás el derecho del emigrante" (Deut 34,17); "Maldito quien defrauda en sus derechos al emigrante" (Deut 27,19). En un sentido positivo se prescribe el amor al forastero: "Amaréis al emigrante, porque emigrantes fuisteis vosotros en Egipto" (Deut 10,19); "Lo amarás como a ti mismo" (Lev 19,34).

En el Nuevo Testamento Jesús se identifica con la debilidad y el sufrimiento de los forasteros y emigrantes. Él mismo fue emigrante. En la plenitud de los tiempos emigra desde el regazo cálido del Padre, viene a la tierra y se hace uno de nosotros para nuestra salvación; y en los inicios de su vida histórica tiene que emigrar a Egipto, haciéndose así solidario de los sufrimientos y angustias de todos los emigrantes. En el último día, en el momento crucial del juicio, el criterio último de discriminación será nuestros sentimientos de amor, servicio y acogida a los pobres, a los hambrientos, a los encarcelados y a los forasteros, los que han debido dejar su casa y su familia (Mt 25,31-46). Y es que Jesús se identifica misteriosamente con nuestros hermanos más pobres; de manera que cualquier gesto de amor, de acogida, de ayuda o de servicio, lo mismo que cualquier gesto de desprecio o rechazo contra nuestros hermanos no es como si se lo hiciéramos al Señor, es que se lo hacemos al Señor mismo.

Una de las características del Reino de Jesús es su universalismo. La misión de Jesús y la misión de la Iglesia es universal. Al Reino de Jesús estamos invitados todos sin exclusiones. En sus milagros, Jesús no discrimina a nadie: también los extranjeros, el centurión, los samaritanos, la mujer sirofenicia, etc., son beneficiarios de sus prodigios. El Magisterio de la Iglesia es muy exigente en la defensa de la dignidad y derechos de los emigrantes. Subraya con gran fuerza el deber de las sociedades desarrolladas de acoger y atender a las personas desplazadas.

En consecuencia, por fidelidad al Señor, los cristianos tenemos la obligación de considerar el fenómeno de la inmigración desde una visión iluminada por la fe, abierta y humanitaria. Los inmigrantes tienen derecho a buscar aquí honradamente los medios de vida. Y nosotros, que también fuimos emigrantes, tenemos obligación de ayudarles, acogerles y tratarles de acuerdo con su dignidad de personas, hijos de Dios y hermanos nuestros. Abrámosles, pues, las puertas y salgamos a su encuentro.

Nuestra Iglesia diocesana, a través de la Delegación de Migraciones y Caritas, ha de hacer un esfuerzo bien programado y sistemático para ayudar a los inmigrantes que necesitan asesoramiento para poner en regla su documentación, aprender nuestra lengua, encontrar alojamiento, poder trabajar, reunirse con sus compatriotas y amigos, denunciar los abusos de que son objeto y defender sus derechos. Pero no podemos socorrerles sólo con medios materiales. También ellos necesitan a Jesucristo, único salvador y redentor, pues como nos dijera la Beata Teresa de Calcuta no hay mayor pobreza que no conocer ni amar a Jesucristo. Por otra parte, ellos rejuvenecen nuestras comunidades y nos evangelizan con su fe sencilla y fervorosa, como he comprobado con gozo en mis visitas a las parroquias.

Para los inmigrantes y para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.


+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla

lunes, 9 de enero de 2012

¡¡ATENCIÓN!!. Cabildo General Extraordinario Postpuesto al 5 de febrero

Por causas ajenas a la voluntad de la Junta de Gobierno, el Cabildo General Extraordinario que había de celebrarse el próximo domingo 15 de enero, pasará a celebrarse -D. m.- el domingo 5 de febrero a partir de las 18:30 horas en la antigua iglesia de la Merced. Pedimos disculpas ante las molestias que este cambio haya podido ocasionar.
Los puntos a tratar serán los siguientes:

- Oración inicial.
- Lectura y aprobación, si procede, del acta del Cabildo anterior.
- Presentación de la nueva Junta de Gobierno.
- Propuesta a los hermanos de sufragio de gastos propios de la salida procesional de la Cofradía el Jueves Santo
.
- Propuesta de la Junta de Gobierno, según recogen nuestras Sagradas Reglas, de un hermano como Hermano Mayor honorífico por sus méritos dentro de la Cofradía -no se hace público aquí por cuestiones obvias-.

- Información del estado de la talla de Nuestro Padre Jesús Caído a los hermanos y el comienzo de los trámites para su restauración.
- Ruegos y preguntas.

En los próximos días se procederá al envío de la comunicación oficial por correo ordinario. Recordamos que la asistencia, según reza en Reglas, es obligatoria. Recordamos a su vez, que solamente tendrán derecho a voto aquellos hermanos mayores de edad.


miércoles, 4 de enero de 2012

El manto de la Virgen, de vuelta tras su limpieza en Fernández y Enríquez

El manto de salida de Nuestra Señora y Madre de los Dolores ha sido objeto durante la última semana, de una profunda limpieza en los prestigiosos talleres Fernández y Enríquez, de Brenes.
Esta joya de nuestra Semana Santa, que se encontraba en unas condiciones poco decorosas, ha sido intervenida para eliminar la acumulación de cera y residuos que tenía acumulados.
La intervención ha tenido como objeto que este preciado elemento del patrimonio de nuestra Hermandad, luzca en todo su esplendor en la próxima exposición que se va a llevar a cabo a finales de Enero en el Museo de Osuna, con motivo del XXX Aniversario de la refundación del Consejo Local de Hermandades y Cofradías.
A dicha exposición, además del manto de la Virgen, nuestra Hermandad aportará uno de los faroles del paso de Cristo, entre otros enseres.